Aunque hay que respetar todo tipo de hábitos alimentarios, pues muchos son adquiridos desde nuestra más tierna infancia, conviene matizar lo que se sabe sobre alguno de los más extendidos mitos en la alimentación del deportista, como es que tomar agua en las comidas es malo. Si bien es verdad que los alimentos contienen, en muchos casos, una cantidad importante de agua, el aporte extra del elemento líquido nunca viene mal. Hay mucha gente que no tolera acompañar las comidas con agua.
Pero también hay otros que no toleran la toma de agua corriendo. Creo que estas costumbres son muy personales. Por esta razón, cuando afrontamos pruebas atléticas con determinadas características o condiciones ambientales extremas es muy importante la hidratación y la adaptación metabólica alimentaria, así como incluir en nuestro entrenamiento la modificación de estas costumbres para lograr un mejor rendimiento.
Lo que es incuestionable es la necesidad de administrar líquidos antes, durante y después de realizar un esfuerzo físico largo, y adaptar la cantidad necesaria a la exigencia deportiva y a la exigencia de las condiciones ambientales para compensar la pérdida de líquido por sudoración. Y, en este sentido, siempre es bueno beber. Otra cuestión es lo que se añada al agua para reponer las pérdidas minerales, asunto de capital importancia.